DANZA CON LOBOS.
Pareciera ser que en Hollywood la forma de los clásicos esta dando resultados; al menos el recientemente estrenado film “Alicia en el país de las maravillas” está dejando la taquilla mas satisfecha.
Además, su director, Tim Burton, entusiasmado por ese éxito anunció que adaptará también otra clásica historia que ya fue llevada al cine mediante la animación tradicional; se trata de “La bella durmiente” y lo hará con el mismo formato: con actores, universo de animación computarizada (CGI) y en 3D.
Angelina Jolie aparece como firme candidata para encarnar a la villana Maléfica.
Entonces con tanto clásico dando vuelta se me filtró una mañana entre noticias y la música la historia de Caperucita Roja…y entre otras cosas comprendí una vez más ese concepto despiadado de no confiar en uno mismo, de ver a través de otros ojos, y además creer lo que ellos dicen.
Es cierto que a veces la verdad asusta, pero de ahí a disfrazarla para que duela menos es otra historia.
A veces, esa mirada de miedo malinterpreta los acontecimientos que –a simple vista- quieren significar algo, pero luego terminan expresando exactamente todo lo contrario.
Y en lo particular debo agregar que cuando se ponen en movimiento esos canales es casi imposible que mi lectura no se contagie también con ese sentir. Por eso mismo no fue “casualidad” que justamente haya caído en mis manos un singular cuento que pertenece a la autora del libro “Mujeres que corren con los lobos” Clarissa Pínkola Estés. Con este cuento ella finaliza el último capítulo del libro, más precisamente el numero 16 y si bien no es uno de los más lindos, aún así me gusta, y mucho.
Lo elegí también porque tengo la certeza y la ilusión de que algún día las mujeres confiemos y vivamos a través de esa criatura salvaje que llevamos dentro.
Además debo agregar un dato muy especial ya que cuando terminé de leerlo, cuando apenas salió la ultima palabra de mis labios (lo estaba leyendo en voz alta) pude sentir en carne propia toda la magia y la sabiduría que acababa de asimilar. La página 498 entonces, ponía fin a una lectura que había comenzado el día de mi cumpleaños, 14 de junio, pero de 2007. Sin más que agregar, aquí va el cuento que espero disfruten.
LA PESTAÑA DEL LOBO.
-No salgas al bosque, no salgas por favor- dijeron ellos-
-¿Por qué no? ¿Por qué no tengo que salir al bosque esta noche? Preguntó ella.
-En el bosque hay un enorme lobo que se come a las personas como tú. No salgas del bosque, por lo que mas quieras.
Pero naturalmente, ella salió del bosque y, como era de esperar, se encontró con el lobo, tal como ellos le habían advertido.
-¿Lo ves? Ya te lo decíamos, graznaron.
-Esta es mi vida, no un cuento de hadas, replicó ella, hay algo que me dice que tengo que salir al bosque porque sino jamás ocurrirá nada.
Pero el lobo que ella encontró había caído en una trampa, se le había quedado la pata prendida en un cepo.
-¡Socorro! ¡Auxilio! Gritaba el lobo. ¡Ayúdame y te daré recompensa!
¿Y como se yo que no me vas a hacer daño? Le preguntó ella.
-Mala pregunta; dijo el lobo. Tendrás que confiar en mi palabra. Solo hay una pregunta que merece la pena hacerse. ¿Está el alma?
Y entonces ella corrió al riesgo, abrió la trampa, sacó la pata del lobo y la envolvió con hierbas. Pero, como había leído demasiados cuentos, exclamó: Bueno, ahora ya puedes matarme, terminemos esto de una buena vez.
Pero no fue eso lo que ocurrió. Porque el lobo se arrancó una pestaña y se la entregó diciendo: “Úsala y procura ser sabia”, de ahora en adelante sabrás quien es bueno y quien no lo es tanto. Mira a través de mi ojo y lo verás todo con mas claridad.
Y así ella regresó a la aldea alegrándose de estar viva. Y esta vez cuando ellos le dijeron “quédate aquí” “haz lo que te digo” “di lo que yo quiero que digas”, ella tomó la pestaña del lobo y miró a través de ella y vio sus motivos tal como jamás los había visto.
Con esa nueva visión no solo vio al astuto y al cruel, sino que el corazón se le hizo grande, pues miraba a las personas y las volvía a calibrar gracias al don que le había otorgado el lobo al que ella había salvado. Y vio a los buenos, vio la perplejidad por debajo de la cólera, vio amor en los ojos de los tímidos y sufrimiento en los callados. Vio necesidad en el hombre sin palabras y fe en lo mas hondo de la mujer que decía no tenerla.
Vio todas las cosas verdaderas y todas las falsas. Las que iban contra la vida y las que iban a favor de la vida. Vio todas las cosas que podían verse a través de los ojos de aquel que pesa el corazón con el corazón y no solo con la mente. Así descubrió que era cierto lo que dicen, que el lobo es la más sabia de las criaturas y que cuando este aúlla en realidad esta preguntando donde está el alma. “Sal al bosque, sal enseguida. Si no sales al bosque no ocurrirá nada y tu vida no empezará jamás. Sal al bosque, sal enseguida…”